Nunca olvidaré la sonrisa amplia, abierta y feliz de mi princesa, como cogió su primer regalo ¡un caballo de peluche que sonaba! Lo movía, lo abrazaba y lo mordía con los ojos expresando una sorpresa infinita.
Cojí a mi hija en brazos y en ese momento supe que no volvería a ser el mismo, acababa de ser atrapado por el embrujo de su sonrisa.
La alcé en el aire y al bajarla su pequeña boquita mordió mi nariz como diciendo - ehhhh chaval a partir de ahora todo tu eres mío. Aún no lo sabes, pero ya lo eres.
Durante los primeros días en ese país lejano y culturalmente tan distinto visitamos lugares curiosos e interesantes y empezamos a modificar nuestra vida junto a ella.
Ella, con sus pocos meses de vida, nos enseñó cuales son las verdaderas prioridades de la vida, nos enseñó a vivir cada segundo como si el siguiente no existiera. Nos enseñó a reír desde dentro, a jugar con el corazón y sin pensar en quién mirará.
A mi particularmente me destapó al niño que había olvidado en mi interior y con él acercarme más a ella.
Sus juegos, sus risas, su grititos, su "papa men" agarrada de mi mano para que vaya a jugar con ella y su "beso graaaande" me acercan al centro del universo.
Hace poco he descubierto que hago lo que hago y estudio lo que estudio para ser mejor, para hacer crecer a mis Ser y así ayudarla a vivir plenamente sin las trabas y límites que nos hemos puesto nosotros.
Hoy un año después, sé que no concibo la vida sin ella, me he unido aún más a mi pareja y aunque un niño da muuuucho trabajo y a veces desespera, por ella daría mi vida.
Ella es Nora Xue y yo soy su padre.
P.D.
Te quiero mucho mi princesa Nora.
Te quiero mucho mi reina Tere.
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